En este proyecto, una joven pareja me buscó con el deseo de transformar su dormitorio en un lugar compartido, un espacio que les ayudara a reconectar y disfrutar de momentos de calma y complicidad. Para ellos, no se trataba solo de rediseñar una habitación, sino de crear un refugio donde volver a encontrarse como pareja.

Después de escucharlos y comprender sus deseos, trabajamos en un diseño que integrara sus necesidades individuales en una propuesta común. El resultado fue un dormitorio íntimo y sereno, donde cada detalle refleja su historia. Un zócalo horizontal a 1,20 m de altura en la pared frente a la cama se convirtió en un mural de recuerdos, con fotografías que capturan instantes significativos junto a sus hijas. El armario existente se pintó del mismo tono que las paredes, logrando una unidad visual que aporta armonía y continuidad al espacio.

Así, el dormitorio dejó de ser solo un lugar para dormir y se convirtió en un refugio pensado para reencontrarse, recordarse y disfrutar de lo compartido.