01 de septiembre, 2025
El hogar no solo se ve con los ojos, se vive con todo el cuerpo.
Cuando hablamos de arquitectura, solemos pensar en muros, techos, materiales o estilos decorativos. Sin embargo, el arquitecto finlandés Juhani Pallasmaa nos recuerda que el hogar no es un escenario ajeno a nosotros, sino una extensión de nuestro propio cuerpo y de nuestra esencia.
“Nuestros cuerpos y movimientos están en interacción constante con el entorno; el mundo y el yo se informan y se redefinen constantemente el uno al otro. El precepto del cuerpo y la imagen del mundo pasan a ser una única experiencia existencial continua. No existe el cuerpo separado de su domicilio en el hogar, y no hay hogar que no esté relacionado con la imagen inconsciente del yo perceptivo.”
— Juhani Pallasmaa, Los ojos de la piel
No habitamos los hogares de manera neutral: los sentimos en la piel, los respiramos en cada inhalación y los escuchamos en sus silencios y sonidos. Los espacios que habitamos nos afectan, nos transforman y nos definen. Al mismo tiempo, nosotros como personas damos sentido y significado a esos espacios, convirtiéndolos en lugares con identidad.
Gracias a la ciencia comprendemos que nuestro cuerpo y los espacios que habitamos —ya sean viviendas, oficinas, hospitales o restaurantes— no se separan: forman una experiencia continua que moldea tanto nuestra percepción como nuestra manera de estar en el mundo. Por eso, un hogar puede hacernos sentir mejor o peor que otro. En este artículo quiero explicarte cómo los hogares nos influyen y cómo nosotros al transformarlos según nuestras necesidades los influimos constantemente, a menudo sin darnos cuenta. Es un círculo entre espacio y persona que va y viene constantemente.
Índice
- Arquitectura sensorial: más allá de lo que vemos.
- Diseño emocional: habitar con todos los sentidos.
- Bienestar en el hogar: luz, sombra y atmósfera.
- Memoria y hogar: los lugares que nos habitan.
- Habitar como experiencia existencial.
- Conclusión: Diseñar para los sentidos y el alma.
1 - Arquitectura sensorial: más allá de lo que vemos.
Durante mucho tiempo vivencié la arquitectura juzgándola por su aspecto o si era a mi punto de vista funcional o no lo era. Observando la fachada de un edificio podía deducir su época, los materiales utilizados o cómo se fusionaban los volúmenes, pero no comprendía que esos espacios podían modificar mi manera de sentir y relacionarme con el mundo.
Los hogares que habitamos, como también todos los espacios que vivenciamos diariamente, se perciben con todo el cuerpo, no solo con la vista, que tiende a reducir la experiencia a lo meramente estético. Los ojos también nos permiten “tocar” lo que nuestra memoria táctil ha registrado. El hogar se siente con las manos al acariciar diferentes texturas, con los sonidos y silencios que lo rodean, con los contrastes de luz y sombra que cambian según la hora del día y la estación del año… y también con nuestros recuerdos. Puedes seguir profundizando en este artículo introductorio sobre Diseño sensorial: como transformar tu hogar en una experiencia para los sentidos.
Habitar un hogar no es solo refugiarse del mundo exterior: implica caminarlo, tocarlo, oírlo, respirarlo y olerlo. Como dice Pallasmaa, “nuestros cuerpos y movimientos están en interacción constante con el entorno; el mundo y el yo se redefinen constantemente”. No existe un cuerpo separado de su hogar, ni un hogar separado de él.
Esto significa que habitar un hogar no es solo mirarlo: es sentirlo, respirarlo y experimentarlo con todos los sentidos, algo que hacemos desde el día de nuestro nacimiento, incluso sin ser plenamente conscientes de ello.
2 - Diseño emocional: habitar con todos los sentidos.
Un hogar no puede reducirse a lo visual o lo estético, ni a un estilo decorativo que “va conmigo”. La experiencia de un hogar es multisensorial y va mucho más allá de lo superficial.
Algunos ejemplos:
Tacto
La temperatura de un material, la suavidad de una tela o la rugosidad de una pared influyen en nuestras emociones.
Oido
El silencio de un dormitorio, la música que lo habita o el eco en un salón amplio generan atmósferas distintas.
Olfato
El aroma de la madera, de la humedad o del café recién hecho conecta con recuerdos y sensaciones.
Vista
Organiza el hogar, pero siempre en relación con los demás sentidos.
Aunque los sentidos se estudian por separado, en la realidad funcionan simultáneamente. Cada segundo estamos sintiendo la arquitectura que nos rodea con nuestros órganos sensoriales que se fusionan en una experiencia multisensorial, salvo casos de agnosia, que impide procesar información sensorial en ciertas personas.
Los hogares del futuro necesitarán profesionales que comprendan profundamente la relación entre entorno y bienestar, la sensibilidad de los cinco sentidos descritos por Aristóteles y los más de 30 que hoy reconoce la ciencia. Solo así podremos diseñar hogares que generen salud, calma y conexión auténtica con quienes los habitan.
3 - Bienestar en el hogar: luz, sombra y atmósfera.
La luz es uno de los recursos más poderosos en la arquitectura emocional. No se trata solo de iluminar en horas oscuras del día, sino de crear atmósferas que transformen nuestro estado de ánimo, con estos simples trucos puedes lograrlo.
Por atmósfera me refiero a esa cualidad intangible que hace que un hogar nos conmueva, nos atraiga o incluso nos genere rechazo: la sensación inmediata que tenemos al entrar en un lugar antes de analizarlo racionalmente.
La luz natural cambia a lo largo del día y de las estaciones. La penumbra invita al recogimiento y despierta la imaginación, haciendo que un hogar se convierta en un espacio vivo y lleno de sensaciones. El bienestar en casa depende en gran medida de cómo interactuamos con esas atmósferas, que nos permiten proyectar pensamientos, recuerdos y emociones en nuestro entorno. Si quieres conocer las 7 claves para que el diseño de tu hogar impacte positivamente en tu bienestar haz click aquí.
4 - Memoria y hogar: los lugares que nos habitan.
Los hogares que hemos vivido se graban en nosotros no como fotografías, sino como sensaciones. Recuerdo mi casa de la infancia, construida por mis padres: el olor fresco del hormigón mojado me provocaba hasta ganas de probarlo mentalmente. También recuerdo la cocina de mi abuelo, donde los aromas de sus platos despertaban emociones y recuerdos imborrables para toda la familia.
Habitar un hogar es también crear recuerdos corporales: cocinar por primera vez en una cocina nueva, abrir la puerta de una casa antigua llena de historia o sentarse en un sofá cálido durante unas vacaciones de invierno.
Estos recuerdos muestran que la arquitectura forma parte de nuestra identidad. Los hogares significativos son aquellos que dejan huella en nuestra memoria, convirtiéndose en refugios emocionales que nos acompañan a lo largo de la vida.
5 - Habitar como experiencia existencial
Habitar no es solo ocupar metros cuadrados o colocar muebles: es un acto existencial. El hogar nos sostiene, nos protege, nos cuida y refleja quiénes somos.
Un hogar bien diseñado debe:
- Acoger al cuerpo en su escala y proporción.
- Estimular todos los sentidos, no solo la vista.
- Conectar con la memoria y las emociones.
Esto convierte una casa en más que un lugar: en un hogar auténtico, un refugio de bienestar y calma, al que siempre vale la pena volver y quedarse.
6 - Concusión: Diseñar para los sentidos y el alma.
La arquitectura no puede reducirse a fachadas o imágenes bonitas para redes sociales. Habitar es un acto profundo que involucra todos los sentidos, la memoria y la emoción.
Como arquitecta, creo que el desafío está en diseñar hogares que vayan más allá de lo visual: que se puedan sentir con las manos, escuchar con los odios, respirar con nosotros; que jueguen con la luz y la penumbra; que se graben en nuestra memoria y nos acompañen en la vida cotidiana como escenarios de bienestar.
Para terminar este artículo escribo un mantra que me acompaña en cada proceso de diseño:
El hogar no solo se ve con los ojos: se vive con los pies que lo recorren, la piel que lo toca, el oído que lo escucha y la memoria que lo guarda.
Como dice Pallasmaa, cuerpo y espacio son inseparables. Por eso, la arquitectura sensorial y el diseño emocional son esenciales para crear hogares que fomenten calma, conexión y bienestar.
Al final, un hogar no es solo un lugar donde vivimos: es el espacio donde nos encontramos con nosotros mismos.













